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15 de junio de 2014

Demanda de universos.

El universo es tan grande que no se puede describir en una palabra. Incluso no se puede definir, pero se puede imaginar.
Cuando por la noche bebes agua con limón, tu mente, tu subconsciente crea un universo paralelo en el que las cosas son sorpresa, tanto para bien como para mal. Y por la mañana, cuando el Sol te da en la cara y sientes que ya es de día solo porque huele a mañana, se te olvida todo sobre ese universo paralelo. La vida es más real que ese mundo, aunque vives más en el otro.
Cuando te encuentras mal y le das al triángulo horizontal tu mente crea otro universo paralelo. Y bailas sin tocar el suelo, todo es abstracto. Imaginas que vuelas y casi puedes sentirlo, lo único que te impide no volar es la fe de que el mundo que pisas es más real que el que imaginas. Y le das a las dos barras verticales y caes de  golpe, sintiéndote estúpido.
Cuando una máquina capta un momento y crea otro universo, y tu mente se eleva otra vez, grande, tan grande que te das cuenta de que ha atrapado un momento que ya ha pasado y vuelves a caer en el mundo que pisas. Y pones un cierre a ese universo, hasta que lo vuelvas a abrir y así muchas veces.
Cuando ves una película dramática y te alegras de no estar en el papel de los personajes, te das cuenta de que ese sí puede ser un mundo real. Pero nadie piensa que las películas son obras creadas por personas que crean otros mundos. Y aún así piensas que tienes suerte.
Tu mundo necesita de otros mundos.

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