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7 de noviembre de 2014

Chistes de magdalenas con chocolate.

Brillamos más de lo que creemos, algunos ni sabrán todo lo que pueden llegar a brillar ya que esa ignorancia es la placa que proboca que el brillo no se refleje en la piel.
Algunas personas solo se quitan (inconscientemente o no) esa placa cuando hacen determinadas acciones; como cantar, gritar, baliar o simplemente sonreír. Y no saben, porque lo desconocen, que si se llevan ese brillo al resto de ámbitos de su existencia, brillarán como nunca. Y es que, hay muchos factores que impiden que brillemos;
La competitividad, el ser el mejor en todo, creando complejos de superioridad e inferioridad. Por eso, estamos tan sometidos a la competitividad: en el trabajo, en el instituto, en el amor... Reflexiona un poco sobre esto y quizá te des cuenta solo.
La televisión. Nada que añadir, la televisión es una mierda y lo que enseñan por ella más.
Redes sociales. Más de lo mismo.
El tiempo empresarial. El tener que hacerlo todo en un récord imposible de tiempo inexistente.
El dinero. Puede abarcar todo lo anterior. El amor lo es todo y por esoes peligroso, cuando tu amante es un billete de 500 euros te conviertes en un esclavo continuamente infeliz de la gente que tiene más dinero que tú y no vives.
Los espejos y las revistas de moda. Entra dentro de la competitividad, pero quería darle una mención especial. La gente aspira a conseguir la belleza suprema pero no del corazón.

En cambio, hay otros factores que ayudan a que brillemos, a que pensemos, a que seamos libres:
Las palabrotas precisas. A la gente de hoy en día,a la de ayer y a la de mañana, nos hace falta ser sensibles, ser jodidamente empáticos. Expresarnos, descargarnos, alegrarnos, entristecer, bailar, reír, correr, saltar, caernos y rodar por el suelo, tocarnos con la cabeza el pie, dar vueltas y hacer el pino, y romper una pizarra.
Otro factor es conocer gente, somos un pueblo que vivimos en un pequeñísimo edificio, y no nos queremos relaccionar con el vecino por miedo a aprender. Somos demasiado perezosos como para intentar solucionar de manera civilizada la gotera que le creamos al vecino de abajo y en vez de hablar directamente con él, le mandamos notas agarradas por pinzas, enviadas por el balcón, a través de un gato cualquiera. Y es que, ¿quién se fiaría de alguien que hiciese esto?
El aire, tercer factor. El aire despeja la mente o por el contario, para quien la tenga ya despejada, hace que te plentees cuestiones. Por eso a la gente interesante siempre está dando paseos. Por eso, la gente estúpida, está corriendo en un gimnasio.


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